martes, 22 de mayo de 2007

Jairo Muñoz Villa

Un hombre que desde hace 42 años consume marihuana no tiene ninguna intención de abandonar el vicio que lo undió por más de 12 años en la cárcel.

Jairo Muñoz Villa es un hombre de 54 años, nacido en Pereira, Risaralda, quien a los doce años incursionó en el mundo de las drogas influenciado por unos vecinos; desde entonces empezó a consumir marihuana, atracar, tomar trago y frecuentar una y otra mujer. Éste estilo de vida se extendió hasta sus cuarenta y cuatro años, por ése tiempo estuvo recluido en La Picota, Villa Nueva, La Colonia Penal Oriente de Acacias Meta y La Modelo.


Por cerca de catorce años ha pagado condenas entre los veinte y ochenta meses por hurto agravado o atracos. Un hecho trascendental que marcó su vida fue el hombre que mató hace más de 24 años.

Una expresión de remordimiento en su rostro evidencia la necesidad por desahogarse, comienza diciendo: -Yo estaba sano, sólo que cuando se meten conmigo me pongo agresivo. Yo vivía con mi mujer, ella era rica, era la hija del gerente de Transportes Arabia, me mantenía, me daba todo, nosotros tuvimos una hija y cuando la niña tenía diez años fue que maté a ese peye, la cosa fue que un día cuando llegábamos a la casa un hijo de puta le dijo algo a mi niña que me ofendió y pues lo maté.

Desde ese día todo cambió para mí, porque mis alternativas eran quedarme allá para que me encerraran o venirme a Bogotá a probar suerte. Yo llegué hace 24 años a la capital y desde entonces no se nada de mi hija y creo que mi familia está toda muerta.

Acá en Bogotá no tenía a nadie así que me tocó vivir del robo, pero esa vida aburre y más cuando uno llega a viejo.

Su vida ha trascurrido de un lugar a otro; sin embargo, hace más de 10 años se instaló en “El Monte”, como él lo llama, nada ni nadie lo molesta, prefiere no vivir con una mujer porque considera que es muy celoso e impulsivo y no quiere matar a alguien por amor.

Nunca ha tenido un trabajo estable pero a diario gana entre $20.000 y $40.000 pesos bien sea cuidando o lavando carros, haciendo mandados, botando basura o pidiéndole a aquellos que lo conocen por sus favores y cordialidad.

Lo que gana no lo invierte en comida, ropa o aseo; todo lo destina al vicio que por más de 42 años lo acompaña.

Es un hombre al que le gusta vivir en completa soledad, dicho factor lo atribuye a que la mayoría del tiempo lo pasa drogado y en esos momentos no le gusta que lo vea nadie, principalmente por respeto a los demás.

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